Bienvenido a mi Rincón Literario

Quisiera expresar con palabras mágicas para mostrar el mundo que conocí a través de las maravillosas páginas de un libro. Páginas que me llevan a la risa y al llanto, que me hacen recorrer paisajes que nunca vería en otra realidad; páginas donde los personajes nunca mueren, quedan presentes y reviven cada vez que abrimos el libro. Páginas que pueden hacernos soñar con los ojos perdidos en ese mundo extraordinario.

Quisiera expresarlo pero esas palabras no existen, no se puede describir lo que leyendo podemos vivir”.


Ely Kraus

Descontrol acalorado, frío despertar



El reloj marcó las 5 de la mañana. Ella se quedó mirando al techo por un buen rato. Nada la obligaba a levantarse tan temprano pero el sueño caprichoso había decidido abandonarla. Los dedos le recordaron lo sucedido al palpar el lugar vacío y frío a su lado. Se encogió en la cama buscando la colcha y con ella, un refugio cálido que apaciguara el corazón oprimido y cansado. No la encontró. ¿Lo amaba todavía? Era la pregunta que retumbaba en su mente. Hacía varios años que la certera respuesta la acompañaba. Finalmente, la decisión se hizo presente en la última discusión, en la última amenaza de descontrol. La violencia física se camuflaba entre los objetos golpeados alrededor, pero la verbal, la psicológica, la había traspasado muchísimas veces como luz por la ventana. Ella sintió que pronto el círculo se cerraría en su cuerpo. Se sentía débil, desamparada. Sujeta a los caprichos de la bronca ajena. Él jamás se lo esperó. Creyó que los puños cerrados podrían manifestar su dolor sin consecuencias. Nunca quiso pegarle, nunca tuvo la intención de hacerlo. Pero... la vorágine de la discusión y el miedo que invadía la sala pudieron más que la sensatez. Un cuchillo casual se levantó en el aire "sin querer". Un movimiento involuntario lo hizo descender... y clavarse sin obstáculos en el cuello que tantas veces había besado, y que desde hacía años aborrecía. La cama quedó más helada que nunca mientras la colcha que había resguardado el calor en esa pareja de esquimales, cubría inútilmente el cuerpo inerte de su marido, esta vez, más sereno que nunca.

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