Bienvenido a mi Rincón Literario

Quisiera expresar con palabras mágicas para mostrar el mundo que conocí a través de las maravillosas páginas de un libro. Páginas que me llevan a la risa y al llanto, que me hacen recorrer paisajes que nunca vería en otra realidad; páginas donde los personajes nunca mueren, quedan presentes y reviven cada vez que abrimos el libro. Páginas que pueden hacernos soñar con los ojos perdidos en ese mundo extraordinario.

Quisiera expresarlo pero esas palabras no existen, no se puede describir lo que leyendo podemos vivir”.


Ely Kraus

Infancia Robada

Pocos recuerdos conservo de mi infancia... y son muy pocos los que quiero conservar. Aquel hombre cuyo rostro se había perdido en el tiempo, se había encargado de robarle a una niña su ilusión, su deseo de jugar despreocupada, y que poco a poco, ocupó el lugar de fantasma en su vida: Ese era mi padre.
El sonido de la puerta es el último recuerdo que albergo de él; hoy no sé si es un recuerdo realmente o una representación cruel de su abandono. Yo tenía apenas 12 años y era la hermana del medio, y apenas podía entender las cuestiones del amor y el desamor. Quizás por eso cerré mi corazón y guardé con celo la llave en un lugar donde los sentimientos no pudieran encontrarla.
Pasaron los años, y con ellos transitaron padres sustitutos de distintas edades que yo buscaba para completar esa imagen que se iba borrando poco a poco, padres fieles al perfil del hombre violento, hombres a quienes odiar todo lo que no podía con el original, porque no estaba, porque había dejado un vacío en mí, en mis hermanas y en mi madre, vacío que fue cubriéndose de miedo.
La cerradura empezó a oxidarse mientras desfilaban los infames y me alejaban de los verdaderos afectos.
La razón, que a veces aparece intentando rescatar al corazón herido, yacía esclava de ese miedo. Una vez, cuando la realidad me desbordó, logró sacar la cabeza y hablarme al oído: No busques hombres que te maltraten. E intenté liberarme pero mi madre, cuyos monstruos carceleros superaban los míos, jamás me creía, y defendió la infamia.
Un día, finalmente, alguien llegó a salvarme. Nunca me fijé si era o no el hombre ideal para mí. Simplemente, era distinto. Él era mi héroe. La única persona en el mundo que no me maltrataba, que no me juzgaba. El único verdadero hombre que como cerrajero, pulió el metal y sacó el herrumbre. Lo amé y juré amarlo cada día, a cada hora.
Hoy lo sigo amando en él y en mis dos hermosos hijos. Y espero que ese amor levante una fortaleza de confianza para que los miedos no vuelvan a usurpar el lugar que muchos años atrás, mi padre dejó.

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