Bienvenido a mi Rincón Literario

Quisiera expresar con palabras mágicas para mostrar el mundo que conocí a través de las maravillosas páginas de un libro. Páginas que me llevan a la risa y al llanto, que me hacen recorrer paisajes que nunca vería en otra realidad; páginas donde los personajes nunca mueren, quedan presentes y reviven cada vez que abrimos el libro. Páginas que pueden hacernos soñar con los ojos perdidos en ese mundo extraordinario.

Quisiera expresarlo pero esas palabras no existen, no se puede describir lo que leyendo podemos vivir”.


Ely Kraus

sábado, 13 de junio de 2015

Llora



No evites las lágrimas,
no te avergüences de llorar,
ellas son las que te limpian el alma,
son emoción hecha manantial.
La angustia, la tristeza, la desilusión,
el desamparo ante una situación,
nos vuelve vulnerables,
nos encorva de dolor.
Cuando aparece el llanto,
barre de penas nuestro interior.

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Vestida de esmeraldas



Vestida de verde,
de verde esperanza
diamante precioso
de la humanidad.
Contemplo fascinada
el espectáculo glorioso
de tus amaneceres
de frenesí natural.
Tierna como pétalo,
radiante como rosa,
toda una señora
cubierta de esmeraldas,
de pastos y de árboles
de montes y de bosques
pulmones, piel y alma,
naturaleza se llama.

Podría morir en tu mirada



Podría detenerme unos segundos y llamarte con los labios inmóviles, solamente con las pupilas abiertas a las tuyas.
Podría sonreírte sin mover un músculo, tan solo con el brillo de mis ojos enternecidos.
Podría suspirar sin exhalar, con una leve contracción de mis párpados.
Podría hacerte conocer el cielo y la pasión solamente con mi mirada encantada por tu amor.
Podría… tan sólo si me miraras.

Estrellitas rojas



Estrellitas rojas en la pared,
arte improvisado de un amor cruel
filoso y frío pincel de metal
con pintura roja, tragedia familiar.


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Grita, mujer, grita



El pasado cruel ha omitido tu nombre,
ha callado en el silencio tu pasión
te ha colocado sola detrás del hombre,
en la sombra oscura de la sumisión.

La naturaliza intrínseca de la delicadeza,
culturas de fuerza bruta impusieron honor,
un grito de angustia ante tanta bajeza
las puertas del mundo abriste con valor.

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Ahogada



En el medio de la bruma camina confusa. Las saladas lágrimas se mezclan con el dulzor de la sangre. Busca un refugio nuevo porque el suyo hace rato dejó de serlo. El recuerdo se interpone con la realidad como el mosquito en una húmeda noche de verano. La calle desierta solo le muestra un rumbo porque su vida ya no tiene retorno.


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Hojas Muertas



Viejas hojas que suavemente van abandonando las ramas maternales, dejándolas vacías. Ella está esperando su precipitado final. Triste separación, triste e inevitable, que deja al árbol solitario, desnudo, viejo y tembloroso.




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Para Siempre Juntos



La siesta con su pasividad guardó silencio después de la explosión del impacto. Apenas el sonido de dos pájaros aventureros que se animaban a posarse cerca del rodado que regaba de negras lágrimas el pavimento candente.
El cruel segundo había ejecutado su venganza contra aquella feliz pareja que solamente podía despertar en el tiempo la envidia de la eternidad en un simple y dulce beso.

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Latiendo mi interior



En el silencio de la soledad, los pensamientos insisten en visitarme, uno tras otro, naturales y familiares, se van presentando sin ceremonias, sin permisos. Preguntan, se responden, conversan, se agolpan y cuestionan. Traen consigo preocupaciones y teorías, y poco a poco, se van tiñiendo de sentimientos que convierten las palabras en golondrinas que vuelan sin límites a donde la imaginación les permite. De la armonía de la inspiración, surge el conflicto del papel, la decisión de la expresión manifestada. Ya no se puede ignorar esas voces que gritan fuertemente y discuten. Si la mano recurre a la tinta lo suficientemente a tiempo, la posesión es total y los trazos fluyen sin obstáculos. Simplemente queda dejarse llevar y disfrutar de un sueño que pronto quedará para compartirlo con el mundo.

El Tuerto sin Habla



Mis hermanos y yo tuvimos una infancia feliz. Éramos cuatro y yo era el menor por treinta y cinco minutos. Todos me tenían lástima porque había nacido con un ojo totalmente blanco y ciego. A pesar de eso, tuve una vida muy confortable. Mi mamá nos daba de comer cada vez que lo deseábamos y nos acariciaba constantemente. Quizás, por mi pequeño defecto, fui el último en caminar pero, lejos de considerarlo una desventaja, me hacía sentir especial.


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